Martina era feliz en su cocina, ya era un hecho para todos que sería cocinera profesional. En sociedad con Agu y Flopi iban a abrir su primer restaurante. Fundaron el comedor “El Club de los Pequeniños” en Diciembre, unos días antes de Navidad. Cocinaban ricas hamburguesas preparadas con pan de sésamo, mayonesa, lechuga, tomate, una hamburguesa con queso derretido y un omelet encima, antes de la tapa de pan de arriba. A los niños les salía esa comida exquisita. Era la preferida por todos en el Club.
Martina un día decidió innovar en
sus recetas basando su inquietud en que los niños deben comer de todo, probar
cualquier tipo de alimentos y alimentarse con verduras y lácteos a parte de
carnes y pan.
Cuando Martina cortaba los pimientos
y éstos despedían su característico olor, lo hacía delante de sus niños
clientes para que apreciaran en conjunto las cualidades de su cocina. Ponía en
una sartén zanahorias cortadas en rodajas sobre el cuenco untado en aceite de
oliva. Luego agregaba los pimientos en finas y delicadas tiritas, cebolla en
juliana y a deleitarse con la comida luego de unos minutos. Los chicos la
aceptaron de buen grado a la receta. Les apetecía descubrir nuevos gustos,
jugar con las texturas, los colores y la combinación de sabores.
Agu y Flopi colaboraban ambos muy
entusiasmados para descubrir como cocinar y probar nuevas recetas.
Llegó el día del niño y había uno de
los clientes, un pequeño que nunca quería comer otra cosa que no fuera
hamburguesa, y entonces Martina, la cocinera a cargo del restaurante, le
propuso como regalo, a parte de los juguetes, una degustación de comidas
variadas. Verduras al horno por un lado y pollo asado con salsa de hongos por
el otro. Las verduras que puso al horno eran zanahorias, papas y calabacín
cortados en finas rodajas. Quedó todo muy rico y bien cocido, y como el niño
presenció todo el proceso de cocción se entusiasmó, decidió probar y le
encantó. Fue muy agradecido con Martina y le dio un abrazo y prometió comer de
todo de ahora en adelante. Le aseguró que nunca pensó que fueran tan ricas las
verduras y las distintas salsas, como la de hongos del pollo.
Martina, Agu y Flopi estaban felices
con su emprendimiento y siguieron adelante con la premisa que cualquier niño
puede disfrutar todos los sabores de la cocina y alimentarse de ese modo muy
bien.
Bendiciones, bendíceme, bendícenos. Amén.
En el nombre del Padre. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario